CONVENTO CARMELITA DE SANTA MARÍA DE LOS VALLES (decadencia)

HISTORIA RECIENTE

En el año 1810 fueron expulsados los monjes por el gobierno francés de José Bonaparte, volviendo al convento en 1815 y permaneciendo hasta 1835, año en que fueron exclaustrados definitivamente con la desamortización de Mendizábal.
El retablo del altar mayor se llevó en 1842 a la Colegiata de Roa de Duero. En 1841 pasó a la Parroquia de Torresandino el retablo de la Virgen de los Valles y estatuas de la Virgen del Carmen y Santa Teresa. El altar de San Miguel se ubicó en la Iglesia de Villovela de Esgueva.
Tras la subasta pública del Convento, sus edificaciones pasaron a manos privadas, siendo objeto de todo tipo de expolios que provocaron la ruina de sus instalaciones. Sus dependencias sirvieron durante años de cantera y en los últimos tiempos fueron utilizadas como corrales para el ganado.
En su ubicación original (camino de Torresandino a Villovela de Esgueva) se encuentran las paredes y algún arco de la iglesia y sacristía, restos del refectorio, de la bodega, de muros de la huerta y corrales, todo ello en ruinas y abandonado a su suerte.
En el invierno de 2008, sufrió un devastador expolio con resultado de la total desaparición de una columna que contenía el blasón de la Orden Carmelita y que, a su vez, soportaba dos arcos del coro y dos más de las bóvedas de la iglesia, también derruidos.
Este vestigio monástico ha sido objeto de un estudio técnico en 2015, desarrollado por expertos del laboratorio de fotogrametría arquitectónica de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid, con la esperanza de que alguna administración pública o entidad privada se lance a, por lo menos, mantener lo que todavía existe.
La casa que acogió durante más de cuatro siglos a la Virgen del Carmen, no puede quedar en el olvido y es de justicia protegerla y recuperar sus restos para que generaciones venideras puedan reconocer la importancia que tuvo el Convento de los Valles como centro espiritual y económico de primer orden.

MANIFIESTO 2012 “Asociación de Amigos de Torresandino”

Torresandino, pueblo eminentemente agrícola, está sufriendo como tantos otros los efectos del despoblamiento rural, a causa del envejecimiento de su población y de la falta de alternativas de trabajo, situación que pone en peligro los servicios necesarios para mantener su censo poblacional.
Esta realidad está llevando al mundo rural a potenciar sus propios recursos, pasando por la puesta en valor de sus tesoros naturales e históricos y enfocarlos a su promoción turística, como parte de los planes del Desarrollo Rural Integral.
Esta Villa cuenta con un valioso patrimonio natural y paisajístico, al estar situado su término municipal en pleno Valle del Esgueva y en las estribaciones del Cerrato Burgalés, entornos que cuentan con su propia flora y fauna.
Como antiguo asentamiento que nació con la repoblación del Duero hacia el año mil, su patrimonio histórico ha sufrido pérdidas y transformaciones, originadas por el paso del tiempo y la mano del hombre.
De su castillo, su cerca amurallada, su torre de Don Sendino, su iglesia y ermitas, sus aldeas y de sus tres conventos, tan sólo ha llegado a nuestros días la Iglesia de San Martín Obispo, restaurada con la prestación personal de los vecinos.
También subsisten las ruinas del Convento de Santa María de los Valles, enclave de gran relevancia histórica que, a partir de las leyes desamortizadoras de 1835, ha venido sufriendo una devastadora degradación, a consecuencia del abandono, la desprotección y el incesante expolio de que ha sido objeto.
Tal es su actual estado que aparece en la lista roja del Patrimonio español en peligro, editada por la Asociación Hispania Nostra en 2006, que recoge los elementos del Patrimonio Histórico Español que se encuentran sometidos al riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de su valores.
Este asunto es el que nos preocupa, pues a raíz de los expolios cometidos entre 2008 y 2009, se ha puesto de manifiesto el peligro que corre el conjunto arqueológico de este convento. Con tal motivo, existe una corriente crítica que demanda la recuperación y puesta en valor de este elemento patrimonial, con la consolidación y reposición de los restos arquitectónicos y la limpieza de su entorno, para su posterior utilidad como espacio social de interés cultural y turístico.
Para poner de manifiesto la importancia histórica del Convento Carmelita de Santa María de los Valles, nada mejor que ahondar en sus orígenes y en las circunstancias que lo mantuvieron vivo durante nada menos que seis siglos, del XIII al XIX, como enclave espiritual, destino de peregrinación y centro económico de referencia dentro de la Provincia Carmelitana de Castilla.