CONVENTO FRANCISCANO DE DOMUS DEI Y SAN PEDRO REGALADO

ORÍGENES Y PATRONAZGO

Fray Pedro de Villacreces se retiró a una ermita en La Aguilera y, hacia 1404, allí fundó un convento franciscano -Domus Dei (Casa de Dios)- según la nueva espiritualidad del momento, que se convirtió en centro de la reforma de la Orden en Castilla.
Uno de sus más fieles discípulos -fray Pedro Regalado- será quien le suceda al frente de la congregación y consiga edificar un nuevo convento, con amplia iglesia (dedicada al misterio de la Anunciación) que se consagró el día de San Francisco del año 1438.
Tras la muerte de Fray Regalado, acaecida en 1456, su carisma se difundió con rapidez, destacando su caridad, predicación y milagros, por lo que el convento pronto se convirtió en centro de peregrinación de gentes de todos los estamentos sociales.
En mayo de 1589 un incendio afectó a la parte más antigua de este centro religioso y sus patronos, los VI Condes de Miranda, mandaron rehacer y reparar los daños ocasionados en la portería, delantera de la iglesia y capilla mayor.
Tras este incendio, el convento puso a disposición de sus patronos la capilla de San Antonio (primitiva ermita), quienes ordenaron su reedificación. La nueva capilla resultante ha recibido distintas denominaciones: “de la Gloria”, “de las Reliquias”, pero su verdadero título fue “de Todos los Santos”.

CAPILLA DE LA GLORIA

Se edificó en 1593 imitando modelos constructivos italianos. Su fábrica, de planta cuadrangular, se configuró de un primer tramo cubierto por bóveda de arista, que da paso a un segundo tramo cerrado por bóveda semiesférica lisa. La cubierta era de pizarra con cuatro buhardillas, linterna poligonal y chapitel.
Aquí, en 1595 se colocaron numerosas reliquias de Santos que el VI Conde de Miranda trajo de Nápoles, para lo que se construyó un altar y retablo Relicario. La bóveda de la capilla se completó con una pintura mural fingiendo una Gloria.
Limítrofe con la capilla de las Reliquias se encontraba, en 1634, el cuarto que tenían los condes en el cenobio. Estaba acondicionado con alcoba y chimenea, debiendo comunicar de modo directo con la capilla y la iglesia conventual.
La portada (de estilo manierista) da acceso a la portería del convento e iglesia y se configura como un amplio vano a dintel y almohadillado sobre el que descansa una hornacina presidida por la imagen de la Asunción de Ntra. Señora y un gran escudo de los Condes de Miranda.
Unido a su muro oriental se hallaba el Camarín con el Trasparente (donde se exponía el Santísimo Sacramento), con entrada por el altar coral a través de una puerta situada al lado del Evangelio.
Tuvo esta capilla, adosadas a su muro norte, dos sacristías: la más antigua (de 1593) llamada Capilla del Sepulcro, y otra (de 1740) que más tarde se destinó a cementerio de los religiosos.

IGLESIA CONVENTUAL

Tras el incendio de 1589 se repararon los desperfectos ocasionados en la iglesia, resultando un templo de construcción al gusto del renacimiento y orden toscano. De una nave, con bóveda de medio cañón y modesta cúpula, contaba con dos coros en alto (en cabecera y pies).
En la cabecera se hallaba el altar coral sobre un puente, que facilitaba el tránsito de los religiosos desde sus celdas al camarín del Trasparente, donde estaba expuesta la Custodia. En 1691 se abrió un arco en esta pared de la iglesia, que daría paso a la nueva capilla barroca de San Pedro Regalado.
El 18 de Julio de 1706, un incendio asoló las dependencias del convento y afectó a la estructura de la iglesia, salvándose las capillas del beato Regalado y de las Reliquias. La iglesia fue reedificada en 1715 siguiendo un plan similar al de la construcción anterior.
Así, el templo actual es de una sola nave (sin crucero) que consta de seis tramos separados por arcos de medio punto y coro alto a los pies. El exterior es de mampostería realzándose las esquinas y cornisas con piedra sillar. Sobre el tercer tramo destaca el cimborrio de planta cuadrada.
En el lado de mediodía dirigido a las dependencias conventuales, se alza una sencilla espadaña compuesta de un cuerpo con dos vanos de medio punto y coronada por remate piramidal. El acceso a la iglesia se practica a través de la portería que actúa, también, de antesala de la capilla de las Reliquias.
El interior quedó resuelto a través de muros articulados por medio de pilastras y retropilastras de orden dórico. Está cubierta por bóveda de cañón con lunetos y una amplia bóveda semiesférica sobre pechinas. La contención decorativa de la iglesia revela los rígidos esquemas geométricos del siglo XVI.
A su coro se le dotó con una sillería de nogal de dos alturas para una comunidad de 34 religiosos. En el centro un facistol de nogal y varias colecciones de cantorales (destacando una del siglo XV). En 1773 se instaló un grandioso órgano que se trasladó a la iglesia parroquial en 1860.

CAPILLA Y CAMARÍN DE SAN PEDRO REGALADO

Obtenida la beatificación del venerado franciscano el 17 de Agosto de 1683, se construye una capilla que fue inaugurada, con el traslado de los restos del beato, el día 13 de Mayo de 1692.
Es una pieza octogonal alargada unida a la iglesia mediante un arco abierto en el testero de ésta. Tras la capilla fue erigido un camarín de planta trebolada formado por tres exedras o ábsides semicirculares, que acoge el sepulcro del santo.
Los muros de la capilla, de piedra sillar, están articulados en su tercio superior a través de una línea de impostas. Sobre ella se abren los óculos que iluminan su gran bóveda oval, cerrando la fábrica una cornisa moldurada a la que realza un friso. Cerca del camarín se abrieron dos puertas opuestas con paso a la huerta.
La cubierta fue resuelta mediante tejado octogonal de pizarra con cuatro pequeñas buhardillas y esbelta linterna rematada por aguja de pizarra de ocho caras. Los frentes de la linterna y la aguja están decorados con volutas.
Como sistema de contrarresto se recurrió a los tradicionales arbotantes que descansan en contrafuertes rematados por pináculos bulbosos. No obstante, esta solución fue insuficiente y, en 1729, tuvieron que llevarse a cabo potentes estribos para asegurar la estabilidad de la estructura.
El camarín, de menor altura que la capilla, presenta las mismas características aunque sólo la exedra central fue calada con un óculo, La bóveda semiesférica quedaba inscrita en un cimborrio de planta rectangular y escaso desarrollo altimétrico, singularizada con linterna poligonal y pequeño chapitel.
El conjunto, a pesar de sus reducidas dimensiones, se exhibe grandioso por su magnificencia y la combinación de elementos escultóricos y pictóricos. Sus características la sitúan dentro de las empresas ejecutadas en el último tercio del siglo XVII que dieron lugar al resurgimiento del ornato y triunfo del barroco.

CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DEL PÓPULO

Bajo el coro del altar coral, al lado de la Epístola, se abría una puerta en la pared maestra de la iglesia que daba paso al claustro bajo y, en primer término, al espacio que ocupó una capilla bajo la advocación de Ntra. Sra. del Pópulo.
Al parecer, pudo disponer de una amplia puerta de arco de ladrillo con salida al exterior (por el huerto) para dar paso al pueblo, y de ahí podría venir la denominación del Pópulo.
También fue destinado a Sala Capitular del convento, pues, en 1593, los religiosos se reunieron en Capítulo para tratar sobre la restauración de la capilla de San Antonio, congregados al son de campana tañida. Su espadaña se hallaba en el extremo oriental del muro sur de la iglesia.
En el último tercio del siglo XVIII, en el lugar de esta capilla y Capítulo se ubicó la sacristía y la oficina del sacristán. En 1779 se abrieron dos óvalos grandes con vidrieras y redes por fuera para su defensa.

CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE DE MÉXICO

En Octubre de 1786 existía una capilla bajo esta advocación mariana en el espacio que ocupó el camarín del Trasparente del edificio de La Gloria. Se hizo en bóveda de ladrillo y tenía paso desde la iglesia por una puerta situada al lado del Evangelio del altar coral, descendiendo unas escaleras.

EL CONVENTO ANTIGUO DEL SIGLO XVI

La distribución de sus dependencias era muy sencilla. De ambos extremos de la iglesia, por el lado de mediodía, arrancan dos alas, unidas en su centro por otro cuerpo de edificio que forma, con ellas y la iglesia, el patio central y el de mediodía –destinado a jardín- cerrado sólo por una pared de mampostería.
La planta baja sólo tenía un pasillo que corría casi de un extremo a otro, comunicándose ambas alas por el pasillo que caía tras del refectorio y la cocina, en el cuerpo central. Las habitaciones recibían la luz de oriente, occidente y mediodía, y los pasillos la recibían de los patios.
La planta alta, en sus dos alas y centro, se formaba por una serie de habitaciones a uno y otro lado del pasillo que corría de un extremo a otro, dando vista las celdas, tanto a la huerta como a los patios. Los pasillos de las alas recibían su luz por el extremo de mediodía y por oriente y occidente el del centro.
Este sencillo plano duró hasta mediados del siglo XVIII, pues a partir de esta época se levantaron todas las demás obras, que agrandarían el convento, pero afeándolo notablemente.

AMPLIACIÓN DEL CONVENTO EN EL SIGLO XVIII

Ala que mira al oriente.- Pertenece a dos épocas distintas: sus dos terceras partes, así como el resto del antiguo plano, se remontan hasta el primer tercio del siglo XVI (hacia 1530). En cambio su tercera parte se hizo por los años 1774-1776.
En conjunto, la planta alta se destinó a dormitorio y enfermería y la planta baja la ocupó la sacristía, la capilla de Ntra. Sra. del Pópulo, la nueva hospedería de religiosos (con refectorio y cocina propios) y la parte baja de la enfermería.
Centro del Convento.- Entre 1781 y 1783 se construyó el claustro actual en el patio central. Es cerrado por muro de piedra sillar en planta baja y de mampostería en la superior, con unas ventanas rectangulares de marco quebrado.
El refectorio y la cocina pasaron a dar servicio a la hospedería de religiosos, mientras que, en el tramo occidental se ubicó el nuevo refectorio.
Patio de mediodía.- En la segunda mitad del siglo XVIII, este patio ofrecía un aspecto encantador con sus cuatro galerías formadas por diecinueve arcos de ladrillo que, corriendo por todo el cuerpo del centro, se prolongaban hasta el extremo meridional del ala de poniente, por su cara oriental.
En el cuerpo central se alzaban cinco arcos por planta, mientras el ala de poniente dispuso de cuatro en planta baja y cinco en la de arriba.
Ala de poniente.- Antiguamente estaba dividida en dormitorio, escalera principal y noviciado. En 1781 se añadió un pequeño edificio en el que se hicieron dos cocinas (una encima de otra) y la barbería.
Sobre el tejado de esta ala se alzaban varias chimeneas, que hacían de zarceras de la bodega que, en 1825, se rehabilitó para ponerla de nuevo en uso.
De esta ala, por su parte de poniente, arrancaban tres edificios: en su extremo norte -a los pies de la iglesia- la Biblioteca; hacia el centro la Cocina en planta baja y celdas por arriba; y en su extremo sur el Lagar junto a la bodega.
Detrás de la biblioteca, en su parte norte, (fuera del convento) estaban los corrales con sus cuadras de carneros y tenadas.
Estos tres edificios formaban dos patios: el de San Jerónimo, entre la biblioteca y la cocina, unidas en su extremo occidental por una galería con arcos. El segundo patio, llamado de las Mulas porque allí sacaban las caballerías para abrevarlas con agua de su pozo, se hallaba entre la cocina y el lagar.

HOSPEDERÍA DE SEGLARES

A mano derecha de la entrada del convento, se levantó un largo y sólido edificio conocido por “hospicio de seglares” y “hospicio de puertas afuera”.
Lo mandó edificar D. Juan López de Zúñiga Bazán y Avellaneda a principios del siglo XVII. El fin de esta obra fue proporcionar a sus familiares y a la clase aristocrática un lugar de retiro para dedicarse a la piedad y al recogimiento.
El convento era recoleto y cerraba sus puertas más apartadas, que disponían de campanillas para llamar a los porteros. Sobre esta hospedería (en la puerta del atrio) y por bajo de la biblioteca (en la puerta de carros), hubo sendas espadañas.

LA HUERTA Y EXTERIORES

Todos los edificios del convento se hallaban encerrados dentro de una extensa huerta cercada de altas y sólidas tapias. En 1791 se reformaron las cercas del convento y se hicieron trabajos de cal y canto en cuarenta y ocho tapias.
En el centro de la huerta existía -hacia 1770- una pequeña ermita que luego fue palomar. También tenía una olmeda, un colmenar, una herrén, una cuadra y dos prados. Una fuente en la olmeda y un estanque en la huerta para su riego.
Frente a las puertas del convento, en un prado, se construyó en 1789 una cruz en piedra de forma ochavada, con peana redonda y cuatro gradas.
En 1909 se erigió un Vía Crucis que, partiendo de esta cruz como primera estación, terminaba en otra cruz de piedra que coronaba el Monte del Águila, en cuya falda se hizo una fuentecilla llamada Fuente del Santo.

HECHOS RELEVANTES

En 1492, tras la visita de Isabel la Católica al modesto enterramiento de fray Pedro, la reina encarga la realización de un digno sepulcro de alabastro.
Meses antes de morir en Roa (8 Noviembre 1517), el Cardenal Cisneros residió en la hospedería de religiosos de este convento y, como Regente, ultimó los preparativos del viaje desde Flandes de Carlos I.
También, el monarca Carlos I compartió con los franciscanos de La Aguilera alguna jornada, celebrando la Semana Santa de 1518.
El rey Felipe II visitó el santuario en el año 1548 y posteriormente Felipe III, la reina Margarita de Austria, Felipe IV, la reina María Teresa, Carlos II, Felipe V y la reina Isabel de Farnesio.
En torno a 1600 la estratégica situación del convento, inmerso en el corazón de los estados del duque de Lerma (valido del Rey), se convirtió en escenario obligado de las visitas de Felipe III y su Corte. En 1604, la Casa Real construye el camino arbolado que, siguiendo el río Gromejón, unía el Real Sitio de Ventosilla con el Santuario.
La relación de este monarca con el convento quedó reforzada al caer el heredero gravemente enfermo en 1610. Estando en Aranda de Duero con el futuro Felipe IV, llegó el padre guardián de La Aguilera con la reliquia de Regalado y, nada más entrar en los aposentos del príncipe, mejoró ostensiblemente.
De 1809 a 1813, la ocupación francesa produjo la primera exclaustración de la comunidad religiosa, quedando destrozado el sepulcro que mandara hacer la reina Isabel. Entre 1820 y 1823, tiene lugar la segunda exclaustración, durante el gobierno liberal. Desde 1836, la tercera, con motivo de la Ley de desamortización de Mendizábal.
Hacia 1880, el ayuntamiento de La Aguilera intervino en la subasta del convento, evitando que cayera en manos privadas y promovió la fundación de una cofradía con la finalidad de proteger y conservar el Santuario. En 1887 regresó la comunidad franciscana, reactivándose la vida en el cenobio.
En 1917 pasó a denominarse santuario de San Pedro Regalado, con motivo de la proclamación del Santo como patrono del mismo.
Desde 2010 se le conoce como instituto religioso Iesu Communio, tras la cesión del santuario, por parte de los franciscanos, a la congregación de monjas clarisas de Lerma.