Iglesia San Juan Bautista

LOS ORÍGENES

La antigua iglesia parroquial de San Juan Bautista se encuentra situada en un pequeño promontorio bordeado por los ríos Duero y Bañuelos. Su origen debe asociarse al momento de consolidación de la villa, proceso que se situaría en las décadas posteriores a la conquista de Toledo, en 1085, y consiguiente normalización de la sociedad cristiana instalada en las proximidades del Duero y en las llanuras que prolongan la Meseta Norte desde el curso de este río hasta el Sistema Central
Los restos románicos de la torre campanario delatan una construcción previa a este estilo, que podemos situar a finales del siglo XII, momento en que la villa se deja abrazar por una muralla defensiva de cierto porte, de la que algunos muros de esta iglesia, y su propia torre, podrían haber formado parte.
La torre, por tanto, estaba ya en pie cuando se comenzó a construir la iglesia. Es de planta cuadrada, de piedra de sillería, con un primer cuerpo muy alto, sin hueco alguno y un segundo cuerpo con ventanales góticos, abiertos más tarde para alojar las campanas. El tercer cuerpo estuvo cubierto con un chapitel, pero hoy termina con una terraza almenada.

EL PROYECTO

El proyecto inicial fue concebido para ser un templo grandioso a la manera gótica, pero las circunstancias socio-políticas del siglo XIV impidieron ejecutarlo, forzando un resultado final que nada tiene que ver con lo proyectado.
La iglesia actual, de estilo gótico de la segunda etapa, se inició a mediados del siglo XIV y sustituyó a otra anterior románica de pequeñas dimensiones que no respondía ya a las necesidades religiosas de aquel núcleo de población, el más antiguo y numeroso de la villa, que por entonces hubo de ampliar su recinto amurallado hacia el Este.
Se iniciaron los trabajos por el Sur, llegándose en la práctica a finalizar la capilla situada al lado de la Epístola y la fachada Sur. El plan trazado preveía la edificación, en segundo lugar, de la nave Norte, pero su capilla absidial quedó inconclusa. En tercer lugar se proyectó rematar la nave central y alargar la iglesia en una crujía por su cara Oeste, tras el derribo de la torre.
Otras vicisitudes hacen permanecer en pie el antiguo torreón y el muro románico, que son hoy partes de las fachadas Oeste y Este; su acoplamiento al conjunto es el resultado de muchos contratiempos. Los cubos situados al Oeste presentan una etapa intermedia, entre la más primitiva construcción y finales del siglo XV cuando se decide dar por finalizadas las obras.

EL EXTERIOR

De la fachada principal, orientada al Sur, destaca su magnífica portada gótica de principios del siglo XV, compuesta por nueve arcos ojivales concéntricos que nacen de un capitel corrido ricamente decorado con columnas adosadas al muro. El conjunto se halla flanqueado por dos pilares fasciculados, rematados en agujas.
A finales del siglo XVII se acorta el arco de ingreso ojival, haciendo un dintel con arco escarzano muy rebajado y decorado con formas vegetales, creando de esta forma un tímpano en el que se aloja una espléndida imagen de San Juan a tamaño natural.
En la fachada Este destaca un gran paño del siglo XIII con canecillos y moldura de coronación de época románica, rematado por dos contrafuertes. En el centro del muro se sitúa el ventanal circular que fue abierto en el siglo XVII y que da luz a la nave central. A la izquierda dos nuevos contrafuertes que alojan un hermoso ventanal de estilo gótico. La derecha de esta fachada es un conglomerado de obras posteriores: sacristía, capilla de Las Calderonas y obras inacabadas del ábside gótico.
Lo único notable en la fachada Norte es la puerta plateresca construida para hacer más fácil el acceso al templo en tiempos fríos. Del resto es destacable un ventanal gótico en la parte superior izquierda y otro enmarcado en un arco de medio punto.

EL INTERIOR

El interior es severo y desproporcionado. Parece como si los pilares hubieran sido construidos para sostener bóvedas más altas. Las naves, cubiertas con bóveda de crucería, están divididas en tres tramos, de los cuales el inferior es más corto y el tramo de la nave central sirve de presbiterio, cerrado por un muro liso, prueba de que se redujo el proyecto primitivo.
La capilla absidal de la Epístola no tiene apenas fondo y, como la del Evangelio, va cubierta con bóveda de crucería del siglo XV. La sacristía fue antes capilla, tiene bóveda nervada del siglo XVI y el muro de la derecha alberga un arco conopial adornado con cardinas, flanqueado por dos agudos pináculos y que debió ser un altar o sepulcro.
Hacia la mitad de la nave del Evangelio hay una capilla del siglo XV, conocida como de “Las Calderonas”, cubierta de bóveda de complicada crucería y a la que se accede por un hermoso arco de medio punto con casetones en el intradós, decorado con ovas y motivos vegetales.
En ella encontramos la figura yacente del desconocido fundador en un arcosolio de estilo renacentista y a la derecha un interesante retablo plateresco de la primera mitad del siglo XVI. Está formado por banco, dos cuerpos, cinco calles y un remate con decoraciones de época posterior. Está presidido por una imagen de Santa Catalina y contiene una serie de tablas pintadas con los santos más destacados.
Durante los siglos XVII y XVIII, el templo fue sometido a una serie de modificaciones, como el encalado y enlosado de la iglesia tras la prohibición de llevar a cabo enterramientos en las iglesias
El actual retablo mayor se realizó en 1758 de estilo barroco clasicista; perfectamente adaptado al marco arquitectónico, ocupa todo el fondo del presbiterio. Está labrado en madera imitando mármol verde, con capiteles y molduras doradas y posee suntuoso sagrario. Su mecenas principal fue Excmo. Sr. D. Antonio Jiménez e intervinieron en su construcción los maestros arquitectos Antonio de Oria y Vicente Berrojo, así como el dorador Trifón Jiménez.
Consta de banco y cuerpo tetrástilo de orden compuesto y remate. Cuatro columnas corintias sostienen el friso y el frontón partido del coronamiento, dividiendo el altar en tres calles: la central con dos hornacinas que alojan las imágenes de la Virgen del Carmen y de San Juan. Los relieves dispuestos en las calles laterales, originalmente policromados, representan escenas de la vida de San Juan; son del siglo XVI y proceden de un retablo anterior, al igual que el Calvario que remata la estructura.
Otro retablo de interés es el situado en el lado de la Epístola, presidido por una estatua ecuestre de Santiago de estilo rococó.

EL CONCILIO DE ARANDA

El momento histórico más importante que tuvo a este templo como escenario privilegiado se produjo en 1473, cuando en él se celebró el Concilio Provincial de la Archidiócesis de Toledo, presidido por el obispo D. Alonso Carrillo de Acuña.
Como era frecuente en este tipo de asambleas, las inquietudes religiosas se mezclaban con las políticas. En este caso, el objetivo era doble: por un lado, poner fin al relajamiento disciplinar y moral en que había caído gran parte del clero regular y, en segundo, intentar unificar voluntades a favor de la causa isabelina, precisamente en el momento más comprometido de la lucha por el trono de Castilla tras la muerte de Enrique IV, en la que se enfrentaban los partidarios de Juana la Beltraneja, hija del difunto monarca, y el bando de Isabel, hermana de este mismo rey. Como es sabido, el conflicto se resolvió a favor de ésta última, que en 1474 sería coronada como Isabel I de Castilla.
La iglesia de San Juan tuvo bastante importancia hasta el siglo XV, gracias a las muchas familias hidalgas que habitaban entonces el barrio más alto de la villa; pero al extenderse Aranda al otro lado de la vieja muralla, se trasladaron a los barrios nuevos y, antes que ellos, los ricos mercaderes e industriales quienes favorecieron en lo sucesivo a la parroquia de Santa María, quedando relegada a muy segundo término la de San Juan.
En la actualidad, el templo acoge el Museo de Arte Sacro, que reúne una muestra permanente de obras procedentes de las iglesias y conventos de Aranda de Duero. Entre las piezas custodiadas destacan algunas interesantes esculturas, pinturas y piezas textiles y de orfebrería de los siglos XVI, XVII y XVIII.